Cuando pensamos en San Valentín, pensamos en el amor puramente romántico,
en esa persona especial, en nuestra pareja. Unos bombones, unas rosas, un
paseo por la playa… Pero, ¿alguna vez os habéis preguntado dónde empieza a
construirse lo que para nosotros es amor?
Desde que nacemos, lo usual es que nos llenen de muestras de cariño y de afecto.
El amor suele ser ese pegamento que une las familias, los amigos, los padres con
sus hijos. Es por ello que el amor es una emoción tan conocida para nosotros y es
un error pensar en ello sólo cuando es amor romántico, de pareja.
Pero si hablamos de amor romántico, el de San Valentín, los cuentos y las
películas infantiles suele ser nuestro primer contacto con ese tipo de amor. Sin
embargo, no debemos olvidar que cuando nacemos tenemos una capacidad de
observación gigantesca, precisamente para absorber toda la información posible
de nuestro entorno y aprender a manejarnos en él. Las encargadas de hacer esta
labor de integrar la información del entorno son las neuronas espejo.
