De aquel quinteto de 1962 solo quedan dos, Mick Jagger y Keith Richards, que como en Diez negritos han ido viendo desaparecer a todos sus compañeros. Antagonistas, inigualablemente carismáticos, han logrado de manera increíble mantenerse como el último y más grande vestigio de la era dorada del rock. Alabados sean los ROLLING STONES.
