Seguro que todo el mundo recuerda aquello de la “nueva normalidad”. No sólo porque es una expresión incongruente, porque su es “nuevo” no puede ser “normar”, “habitual”, “conocido”. Un ejemplo de ese juego de palabras que emplean los políticos para generar afinidades y fobias, construyendo relatos de autentica ingeniería social. Sin embargo, es cierto que aquella expresión absurda contenía un mensaje profundo. No sólo marcó el final de los confinamientos y la pandemia causada por el Covid, también, a fuerza de ser repetida, acabó formando parte de la cultura popular, de la realidad aceptada como inevitable y los cambios que implicaba.
Y es que nadie puede negar que la pandemia ha marcado a varias generaciones y cambiado muchas cosas, desde los hábitos de consumo al ocio, pasando incluso por las relaciones personales y como no, la economía.
