El diamante Hope, de 45,52 quilates, es del tamaño de una nuez. No es el mayor del mundo ni el más refinado. De entre los diamantes azules, tampoco es el más grande. Eso sí, ninguna otra gema posee un azul tan intenso, profundo e indescifrable como el que irradia el Hope.
El francés Jean-Baptiste Tavernier, primer propietario conocido del diamante, lo describió como “un beau violet”, un hermoso violeta. Actualmente, la joya gira suave y elegantemente en el interior de una urna de vidrio en el Museo Nacional de Historia Natural del Instituto Smithsonian, en Washington; una lenta rotación que no hace presagiar su agitada existencia.