Ahora que reiniciamos las rutinas y/o las obligaciones, es común que también
reaparezcan los problemas o somos más conscientes de ellos, y cuando sentimos
que nos sobrecarga o sentimos que no podemos con ellos, intentamos evitarlos o
negarlos (de manera consciente y otras veces inconsciente). Siendo esto un
mecanismo de defensa.
Cuando negamos o evitamos un problema, dejamos de sentir el estrés emocional y
la ansiedad que suelen acompañar a dichos problemas, y sentimos una falsa
tranquilidad pero que al final siempre hay consecuencias.
