La crisis económica de 2008 destapó las malas prácticas de los bancos relacionadas con las hipotecas. En los contratos se incluían aspectos como la cláusula suelo, la comisión de apertura o el cobro de otros gastos que en realidad tienen que pagar las entidades bancarias.
A lo largo de los años se han ido descubriendo casos en los que estas malas prácticas cuestan dinero a los consumidores y les colocan en una posición de vulnerabilidad que, en ocasiones, vulnera sus derechos. En el año 2021, las reclamaciones a los bancos aumentaron un 61 %, con más de 34.00 expedientes para reclamar créditos hipotecarios y otros productos financieros.