Pereza, como Tequila, venían del rock de barrio (además, Rubén Pozo, el más mayor, había grabado antes con Buenas Noches Rose, banda poco sospechosa) y sin esperárselo, se convirtieron en ídolos de adolescentes. Ellos, como haría cualquiera en su situación, y con sentido común, se dejaron querer mientras que, en paralelo, fueron grabando buenos discos (y mejorando entrega a entrega) a los que poco hay que reprocharles en cuanto a calidad e intenciones, pero se movieron en las orillas del rock clásico y musicalmente supieron perfectamente lo que se llevaban entre manos. La capacidad de penetración que tuvo Pereza entre un público ajeno al rock en esos años difíciles para el género no debe ser desdeñada. Y os lo agradecemos enormemente, PEREZA.
