En uno de los mejores elogios posibles para este grupo, la diva africana Angelique Kidjo sintió enseguida la música de Talkinhg Heads como africana y grabó Remain In Light quitando los sintetizadores ochenteros y utilizando instrumentos del continente negro. Desde sus mismísimos comienzos, aquel grupo no se parecía a nadie más. Y precisamente esa imagen, que rechazaba de plano cualquier implicación con el rock, exenta de cualquier elemento cool y cimentada a base de vaqueros de camal ancho, camisetas y camisas vulgares y algún polo Lacoste como única licencia para la sofisticación, era la primer señal de ello. La segunda era un sonido extraño, minimalista, presidido por David Byrne, el hombre de la nerviosa figura, cuya guitarra sonaba más nerviosa aún que él