Decía Einstein “Conocer a bien a los otros es inteligente, conocerse bien a si mismo, es sabiduría”. Y es que si no logramos conocernos a nosotros mismos, y estar consciente de cuáles son nuestras fortalezas y debilidades, aprendiendo a identificar nuestros estados de ánimo y las consecuencias que estos pueden tener en nuestro comportamiento, difícilmente podremos controlar nuestras reacciones y utilizarlas productivamente.
Tampoco podremos comprender bien el comportamiento de los demás, identificar sus sentimientos y emociones, ni podremos actuar con efectividad a la hora de afrontar situaciones adversas.