Prólogo de Marina Fernández Lores
“El pene de la muñeca”.
Conocí a José Gabriel con esa frase hace unos 15 años.
La vida entonces era un teatro, y sinceramente, ¿Cuándo no lo es?
Con una normalidad aplastante nos adentrábamos en las vulvas y los penes, el deseo y la
imaginación, sin ser nosotros nada escrupulosos, en una obra de teatro que quizás nos abrió
los ojos, la mente y el corazón…
Esa inconformidad del ser que llevábamos dentro, esa discusión con una misma por el estar y
el sentir y lo correcto, es muy tediosa, y me gustaría ponerme poética pero no puedo
romantizar una salida del armario tardía, para lo que yo considero pausada y reprimida en los
tiempos que corren ahora. Le pido perdón a mi yo de 15 años, a mi yo poético, a mi yo tardío.
José Gabriel nos habla de sus golpes sobre la herida, de sus miedos pasados y presentes, de la
difícil decisión del ser.
De la culpa.
Menos mal que elegiste la vida.