âAquĂ nace el mundoâ. AsĂ, con toda la solemnidad del caso, te recibe un cartel en el parking de la ruta del nacimiento del rĂo Mundo, en el Parque Natural de los Calares del RĂo Mundo y la Sima. Y no exageran: en este rincĂłn de Albacete, que parece inventado por un dios con vena barroca, se esconde una de las cascadas mĂĄs hermosas de la penĂnsula y un espectĂĄculo natural que, visto en directo, te deja con la mandĂbula colgando.
Lo curioso es que uno no espera encontrar semejante maravilla en plena Mancha. Cuando uno piensa en estas tierras, lo primero que le viene a la cabeza son molinos, llanuras infinitas, vino recio y algĂșn que otro Quijote. Pero no, resulta que a dos pasos de tu casa tienes un paraje que nada tiene que envidiar a esos lugares a miles de kilĂłmetros de aquĂ que se venden en folletos turĂsticos y los perfiles de Instagram. Y, como suele pasar, no lo valoramos hasta que lo tenemos delante. Y a veces, ni entonces.
El rĂo Mundo nace encajonado entre murallas de roca en la Sierra del Segura. El escenario parece un anfiteatro tallado a golpe de siglos: piedra caliza en tonos grises y anaranjados, con ĂĄrboles y matorrales agarrados a la pared como equilibristas suicidas. AllĂ, en medio de un acantilado semicircular de mĂĄs de 300 metros, se abre la Cueva de los Chorros, donde el rĂo, despuĂ©s de perderse en galerĂas y grutas subterrĂĄneas, decide ver la luz.