Seguramente alguna vez te habrá absorbido el sofá mientras tus ojos no han sido capaces de apartarse de la pantalla del televisor, y tu cerebro te estaba gritando “¿pero qué es esto?!!”, aunque no había manera de coger el mando y acabar con la torutura. Sí, querida audiencia, esas pelis malas, malísimas, muy malas que han conseguido mantener tu atención mientras destruían tus neuronas, esas pelis que son mundialmente conocidas y que siguen ahí, en el catálogo de muchas plataformas en streaming o que nos asaltan cualquier noche de fin de semana, son tan absurdas que en realidad no sabemos si reafirmarnos en su malura o aceptarlas de una vez como obras de arte, por la masa de seguidores que mueven.
