En la historia de los presidentes estadounidenses hay uno que destaca por encima de todos los demás en este aspecto, y se llama Lyndon B. Johnson.
El difunto presidente demócrata de los E.E.U.U. entre 1963 y 1969 fue un gran hombre, y parece ser que en todos los sentidos de la expresión. Procedente de Texas, cuna de otros grandes estadistas norteamericanos, sucedió al malogrado JFK tras su trágico final. En la actualidad, es sobretodo conocido por ser el mayor impulsor de la Guerra de Vietnam.
Parece ser que LBJ se vanagloriaba de poseer un pene de gran tamaño, y no tenía ningún pudor en mostrarlo cuando tenía la ocasión. Ese era su elemento identificativo, y resultó ser muy efectivo dada su biografía. Su enorme ego, potenciado por un artefacto semejante, alimentó su carácter de político autoritario y ególatra durante toda su carrera política.
En la llamada que efectuó el 9 de agosto de 1964 a su sastre The Haggar Clothing Co., en Dallas, Texas, queda muy claro su manifiesto interés en ampliar una zona muy concreta del pantalón unas cuantas pulgadas porque necesita holgura.