Por algún extraño motivo, cuando pensamos en piratas, nos viene a la cabeza un inglés borracho, con parche en el ojo, pata de palo y un loro gritón al hombro. Pero igual va siendo hora de ampliar el imaginario, pues el mundo -y cada vez más-es mucho más que la vieja Europa.
Cuando pensamos en piratería, Europa —y muy particularmente Gran Bretaña— suele actuar como una madre orgullosa enseñando fotos de sus “niños traviesos”: Barbanegra, Henry Morgan, Anne Bonny, Calico Jack… todos muy interesantes, muy cinematográficos, muy de museo naval con olor a madera vieja. Pero la pirata más poderosa de todos los tiempos no nació en Bristol, ni en Port Royal, ni en ninguna taberna donde sirvieran ron aguado. Se llamaba Ching Shih, y gobernó el mar de China meridional con la precisión de una estratega militar y la determinación de alguien que no tenía ninguna intención de ser una nota al pie en un libro de historia escrito desde Londres.
Sí, era china, era mujer, y controló una flota más grande que la mayoría de las marinas europeas juntas. Llegó a contar con unos 2.000 barcos y entre 60.000 y 80.000 tripulantes.
Y nosotros admirando a Jack Sparrow.
Pero vamos a conocer la historia de ésta fascinante mujer, que pasó de un burdel flotante a dominar los mares de Asia.




































