Fort Worth (Texas), 22 de noviembre de 1963. Cientos de personas se habían instalado frente al hotel Texas donde se alojaba el presidente de Estados Unidos, John F. Kennedy, el 35.º mandatario del país, y el más joven hasta la fecha, junto a su familia. A todas estas personas las recibió para hacer unas breves declaraciones, haciendo hincapié en la necesidad de que Estados Unidos fuera una nación «insuperable» en defensa; de aquí salió el presidente, junto a su esposa y todo el equipo de seguridad, con el objetivo de llegar a la base Carswell, donde cogió un avión para llegar, en un breve vuelo de apenas 13 minutos, a Dallas. Al desembarcar del avión, el joven mandatario recibía a sus seguidores en el aeropuerto.
La primera dama, Jacqueline, recibía un ramo de rosas rojas y se sentaba junto a su esposo en un descapotable en el que también viajaban el gobernador John Connally y la esposa de éste, Nellie. Había dejado de llover, por lo que abrieron la capota del coche. Mientras, el vicepresidente, Lyndon B. Johnson, y su mujer, ocupaban otro coche. En Dallas, la calle estaba abarrotada de gente esperando el paso de la caravana presidencial. El descapotable en el que viajaban Kennedy, Connally y sus parejas, salía de Main Street en torno a las 12:30 del mediodía y cuando circulaba por el Depósito de Libros Escolares de Texas, en la céntrica plaza Dealey, comenzaron los disparos.