Micerinos, de nombre original Menkaura, es uno de los faraones más conocidos del Antiguo Egipto, en gran parte por ser uno de los grandes faraones-constructores. En especial, destaca por la construcción de una de las pirámides de Guiza. Estas tres magníficas pirámides, que tantos nos fascinan y tanta literatura han inspirado, alimentando la imaginación de cientos de teorías fascinantes sobre su construcción, autoría y finalidad, incluidas las sorprendentes alineaciones estelares y la supuesta intervención extraterrestre, defendida por los partidarios de la conocida como “teoría de los astronautas ancestrales”; están vinculadas a una descendencia muy concreta de la IV dinastía que gobernó aquellas tierras negras. Hablamos de Keops, Kefrén y Micerinos; es decir, el abuelo, el padre y el nieto. Su reinado fue uno de los más fructíferos de la historia egipcia, pero también de los más sorprendentes y enigmáticos.
Como su abuelo, Keops, el promotor de la Gran Pirámide, continuó con la tradición familiar y levantó la tercera pirámide, que a la postre sería la última. Se cree que las labores de construcción se iniciaron nada más sucedió a su padre Keops. Y si bien hay muchas razones aducidas para que ésta tercera pirámide fuera considerablemente más pequeña que las anteriores, muchas de estas razones parecen estar más interesadas en apuntalar extravagantes teorías que conocer la verdad, pues desoyen la propia historia.
En primer lugar, La progresiva disminución del tamaño de las pirámides podría estar relacionada con el respeto a sus antepasados. Así, Keops pudo desear una pirámide que no hiciera sombra a su padre, y Micerinos una que tampoco sobresaliera sobre su padre y abuelo. Pero además, en el caso de Micerinos hay otra razón curiosísima y que también marcó su reinado.





































