Todos nuestros seguidores conocen nuestra afición a rescatar a grandes hombres hispanos de las fauces del olvido al que han sido arrojados por la ignorancia y la estupidez cateta de nuestros gobernantes de uno y otro lado. Es decir, por culpa de los analfabetos y conspiranoicos hemipléjicos de izquierda y beatorros e igualmente conspiranoicos de hemipléjicos de derechas. Así que hoy he decidido quitarme un par de espinas que llevaba clavadas desde hacía mucho tiempo. La primera, hablar de Rusia y la gran amistad que siempre unió a nuestros pueblos, por encima de las diferencias de nuestros gobiernos, rusos y españoles siempre nos hemos llevado bien y hemos sentido un fuerte sentido de hermandad. Quizás eso se lo debamos a los anglosajones y su manía de crear leyendas negras, como las que inventaron contra España y también, inventaron e inventan contra la Gran Madre Rusia.
Y la segunda, porque rescatamos del olvido a un compatriota al que siempre he admirado y a quien descubrí a más de 4.000 km de aquí. Cosas como ésta fueron la que nos impulsaron a poner en marcha la Estirpe del Lobo, para rescatar del olvido hechos y personajes que los intereses políticos de unos y otros han borrado de nuestros libros de historia, robándonos gran parte de nuestra herencia cultural, que es tanto como robar -o al menos intentarlo –nuestra identidad.