Desde las primeras etapas educativas, el aprendizaje musical debería estar orientado al desarrollo de los sentidos y, principalmente, hacia los relacionados con la percepción de la música, como el oído, la vista y el tacto. Ya en posteriores etapas educativas, sí se pueden orientar los objetivos a conseguir un aprendizaje más teórico de la lecto-escritura musical.
El aprendizaje del lenguaje musical permite el desarrollo de capacidades relacionadas con la percepción y el reconocimiento de ritmos y de sonidos. Pero, a su vez, permite el desarrollo de capacidades como el canto, el movimiento corporal y la utilización de instrumentos musicales.
Por ello, en un contexto educativo, la educación musical debe enseñar aspectos relacionados con los elementos que definen al lenguaje musical, como lo son el sonido, el silencio, el ritmo y la melodía. Pero debe trabajar, además, actividades que impliquen el ejercicio de la voz y el cuerpo, ya que ellos se constituyen en las herramientas básicas de expresión musical.