Un equipo de investigación de la Universidad de Almería ha detectado por primera vez la presencia de microplásticos en el cuerpo de las abejas. Estos insectos actúan como rastreadores de contaminación ambiental en un radio de ocho kilómetros desde sus colmenas mediante la captación de los diminutos polímeros que se adhieren a su tórax, abdomen, alas y patas durante la actividad recolectora. El análisis de estos insectos una vez cumplido su ciclo vital se propone como un método de monitorización más económico y simple que los actuales sensores de contaminación.
