En estos días se ha aprobado lo del supositorio por el gobierno. De pequeño no me gustaba cuando llegaba mi madre con el supositorio en la mano contra el dolor de garganta del que me quejaba. Apretaba las nalgas con fuerza y ahí tenías a madre intentando que el supositorio entrara por el recto a luchar contra la enfermedad o las ganas de no ir aquella mañana a la escuela. El aceite de ricino era otra de las estrategias en casa en contra de las enfermedades que nos entraban de pequeños. Lo del practicante eran palabras mayores, y no se usaba si no estaban mandadas por el galeno de turno. Estaba claro que lo del supositorio no era una alegría en nuestra tierna infancia.
El supositorio lo ha puesto de actualidad hace unos días un político catalán de nombre Pepe Borrell. Le preguntaban por el cupo catalán, el que dice Illa el de las mascarillas, y repiten como loros ministros de Sánchez que beneficia a todos los españoles, entre ellos una señora de nombre María Jesús, y que va a ser candidata por los socialistas a la Junta de Sevilla y sus periferias. Pepe Borrell, algo más listo por lo que parece que el resto de sus compañeros, tiene muy claro la asimetría que nos quieren vender sus paisanos desde hace años, por lo que entiende que estamos ante el mismo engaño. No se puede vender que algo que es singular para una sola región pueda al mismo tiempo beneficiar a todas las demás…