Apareciste casi seis horas después del apagón a dar la cara ante los ciudadanos. Y tu rostro era un poema de película de terror. Fue extraña tu comparecencia. Intentaste nadar sobre todas las aguas, pero conseguías levantar aún más las olas de indignación que te rodeaban. Dejaste a España con la sensación de que ni tú, ni el gobierno que diriges, ni los enchufados que has ido colocando en estos años, para honor y gloria de la electricidad española, tenían ni puñetera idea de lo que había ocurrido. Tuvimos que esperar hasta las once de la noche, para verte de nuevo la jeta. Paul Naschy asustaba en las pantallas menos que tú.
