La primera actitud que caracterizó el pensamiento de Descartes fue la desconfianza hacia sus propios sentidos ya que éstos, según él, podían engañarle o deformar la realidad. En sus Meditaciones metafísicas escribió: “Todo lo que he tenido hasta hoy por más verdadero y seguro lo he aprendido de los sentidos o por los sentidos; ahora bien: he experimentado varias veces que los sentidos son engañosos, y es prudente no fiarse nunca por completo de quienes nos han engañado una vez” (Descartes, 1997: 126).
