Los seres humanos no estamos en la Tierra por voluntad propia. Tampoco lo estamos por un deseo insostenible de querer caminar las sendas de la existencia en un lugar tan áspero y hostil. De hecho, todo lo contrario. Estamos eyectados al mundo solos sin deseo primario de estarlo. Estamos lanzados al azar a tierras desconocidas en las que comenzamos a escribir una historia de la que, a lo sumo, conocemos el prólogo.
