Los estoicos de la antigüedad sostenían que si bien no podemos controlar lo que ocurre en el universo a nuestro alrededor, sí podemos controlar la manera en que pensamos al respecto.
Así, según su doctrina, los seres humanos debemos cultivar una forma de ser disciplinada, autocontrolada y tolerante, empleando para ello el coraje y la razón. A través de este camino, se puede alcanzar cierta armonía virtuosa, único camino hacia la verdadera felicidad.