Metas en las que fracasamos una y otra vez. Relaciones que nos decepcionan y que rara vez duran. Darnos cuenta de que no sabemos muy bien qué estamos haciendo con nuestra vida. Sensación de estar en una especie de montaña rusa, con épocas de ilusión y largos periodos de estrés y desasosiego. ¿Te sientes identificado con alguna de estas experiencias?
Muchos de nuestros sinsabores actuales tienen que ver con asuntos emocionales no resueltos. En esa dimensión entran infinitas vivencias que pueden ir desde una infancia difícil, hasta factores estresantes continuados, pasando por rupturas de pareja no superadas. El devenir nos golpea de diversas maneras y no siempre tenemos habilidades para encarar cada suceso.
Ese cajón desastre conformado por heridas del ayer y nudos sin resolver crea lastres en nuestro bienestar. Nuestra personalidad puede incluso cambiar, nos volvemos más inseguros, más retraídos y suspicaces ante el temor de que el dolor aparezca de nuevo. Sin embargo, cuando el equipaje emocional no se desempaqueta e higieniza del todo, el sufrimiento siempre está ahí.