Las expectativas pueden jugarnos una mala pasada. Imaginemos la siguiente situación. Cuando conocemos a alguien con quien las horas pasan volando, con quien podemos disfrutar y reír a carcajadas pero también tener conversaciones profundas, solemos decir que “nos estamos enganchando”. En ese momento, es habitual que un montón de escenas de momentos que potencialmente podríamos compartir con la otra persona se nos vengan a la mente, en su mayoría experiencias agradables y placenteras.
