Siguiendo con la serie sobre emociones, hoy toca hablar de una en concreto que
sentimos a menudo y que tiene muy mala fama: la ira.
En España somos campeones, pero no sólo de esta Eurocopa, sino que también
de enfadarnos. Según muchos, el castellano es el mejor idioma para insultar, y lo
demostramos muchas veces en nuestro día a día. Sin embargo, ¿Cómo puede ser
que una emoción tan cotidiana sea la que intentamos reprimir más?
Pues porque normalmente la ira tiene un objeto hacia donde la dirigimos, y este
suele ser una persona. Y odiamos profundamente los conflictos, por lo que los
evitamos a toda costa. Es más, la ira, por muy bien gestionada que esté, la
entendemos como un ataque, como un defecto, como algo a reprimir porque si no
demuestras poca madurez, poca inteligencia incluso. Si son todo lo que tiene que
ver con la ira es malo, ¿qué sentido tiene que tengamos esta emoción?
