En el mundo actual donde las RRSS forman parte de nuestro día a día, es muy
común compartir imágenes de momentos especiales, de nuestros seres queridos,
o de un simple día en la playa con la familia. Queremos que nuestros amigos
(incluso conocidos) vean lo bien que lo estamos pasando, lo felices que somos, lo
tierno que es nuestro hijo o hija y todo lo que conlleva ese tan famoso postureo.
Y no queda ahí, por supuesto. Hay innumerables cuentas de RRSS cuyo contenido
podríamos catalogar “familiar”, es decir, madre y padres que suben contenido de
sus hijos, publicitan productos específicos para la familia e, incluso, vacaciones,
etc. A todos los que nos gustan los niños nos gusta esta clase de contenido,
blanco, aparentemente inocuo, de una familia con sus idas y venidas
protagonizando momentos bonitos del día a día.
Pero el sharenting, es decir, las imágenes que los padres comparten a través de
RRSS, oculta una cara que no todo el mundo ve:
En el 72% de los casos de agresores sexuales abusadores penados
había imágenes de menores no sexualizadas y esto es aún más
preocupante si tenemos en cuenta de que Casi una cuarta parte de los niños
tiene presencia en las redes antes de nacer, según un estudio de la
Universitat Oberta de Catalunya. Además, según el mismo estudio, el
81% de los bebés menores de 6 meses ya tiene presencia en internet y
el 89% de las familias comparten una vez al mes contenidos de sus
hijos en Facebook, Instagram o TikTok.
Ahora voy a decir una obviedad, pero que a veces parece que no lo tenemos en
cuenta: nuestros hijos e hijas son personas, independientemente de nosotros. No
vale el “es mi hijo y yo subo fotos de él donde me de la gana, si total, solo me lo
ven 4 gatos”. Tu hijo tiene derecho al honor, derecho a la intimidad, a la
seguridad y a la protección, evidentemente.
