Es sabido que los niños, en sus edades más tempranas, funcionan con un cerebro tipo “esponja”, que recibe abiertamente todo lo que le entregamos, con un interés y velocidad que nosotros, como adultos a veces sentimos que no poseemos. Esto, se debe a que en los primeros seis años de vida, se produce un crecimiento explosivo del cableado sináptico (conexión entre neuronas), el cual se torna más estable después de esta edad. Es por esto que en este artículo nos referiremos a un estudio en el que participaron niños de diferentes edades y se evalúo su interacción con los animales.
